En el caso de la niña, su primera menstruación se juzgaba tan contaminante y peligrosa que era rodeada de una verdadera red de tabúes y completamente aislada. El advenimiento de la sexualidad en virtud de esta concepción, estaba muy lejos de ser considerado un acontecimiento biológico individual: la sociedad entera se movilizaba y cuidaba la estricta observancia del ritual.
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